27/3/12

The gypsy wagons

Reportaje fotográfico aquí: http://www.aliciariusphotography.com/in-the-dark/the-gypsy-wagons/

Introducción
The gypsy wagons cuenta la dura historia de unas familias gitanas que se vieron forzadas a huir por temor a ser ejecutadas.
Los gitanos siempre se los ha asociado con ser nómadas, almas libres sin apego hacia ningún lugar en concreto. Su vida sin rumbo fijo es su forma de sobrevivir. Se desplazan en busca de trabajo, comida… y cuando se les acaba, abren las alas y salen volando. Pero su forma de vida siempre ha estado en conflicto con los pueblos sedentarios que ven a los cíngaros como depredadores.



Esta es la historia de Doryn y Ioana. Ambos de origen rumano eran una pareja de calos que pasaron parte de su vida viajando por Europa durante los años 50 en busca de un lugar donde asentarse. Sin embargo, el constante repudio de la población les obligaba a llevar una vida errante.

Durante su éxodo, y al igual que otras familias, llegaron a un pueblo minero en Alemania:Katernberg. Katernberg era pequeño pero tranquilo y parecía el lugar perfecto para quedarse por un largo tiempo.
La mayoría de los villanos trabajaban en la industria del carbón pero Doryn prefería ganarse la vida como chatarrero y no estar a las órdenes de ningún “payo”. Sin embargo, los lugareños vieron la decisión de Doryn como un rechazo a la integración y decidieron tomar medidas.

Una noche, Ioana y Doryn fueron objetos de una emboscada. Doryn fue arrancado de la cama y llevado ante el pueblo; mientras que Ioana fue atada de manos y pies e impotente, vio como se llevaban a su esposo a rastras.
Esa misma noche el pueblo encerró a Doryn en una vieja mina de carbón y jamás lo dejaron salir. Su castigo era a la vez una advertencia para todas aquellos que se negaran a la integración.

A la mañana siguiente mientras los hombres obraban en las profundidades de la montaña, ésta se colapsó y dejó a todos los trabajadores atrapados dentro para siempre.


Desde entonces, las malas lenguas cuentan que los gitanos echaron una maldición antes de abandonar la aldea; pues las mujeres del pueblo, sin sus hombres, también se vieron obligadas a emigrar para sobrevivir; como los gitanos.
Después del incidente, Ioana y otras familias retomaron su nomadismo para evitar asentarse en ningún lugar por miedo a ser castigados.

Siguieron viajando por Europa hasta encontrar un hogar: los vagones de tren de Amsterdam Noord, una zona industrial apartada de la ciudad donde comenzarían una nueva vida, ella y sus hijos.