26/4/11

El monasterio de la puerta 12

Reportaje fotográfico aquí: http://aliciariusphotography.com/in-the-dark/el-monasterio-de-la-puerta-12/


Las paredes del monasterio de Sant Dominique fueron levantadas a finales del siglo XVIII por el monje suizo Jean-Philippe Bernard como refugio para cumplir penitencia y encontrar así la paz espiritual de aquellos que lo desearan.

Durante décadas, el monasterio fue la casa de decenas de monjes que llevaban una vida simple dedicada a la oración y al estudio del evangelio.

Los años pasaron y a principios del siglo XX apenas quedaban monjes para llenar los silenciosos pasillos de Saint Dominique. En 1921 se aprobó una reforma para convertir la abadía en un internado religioso y pronto, los sigilosos pasadizos se llenaron de las risas de centenares de niños.

El colegio fue un hogar para muchos chicos durante décadas. Parecía un lugar seguro lejos los peligros del mundo exterior.



La tragedia

Una mañana de abril de 1976, un hombre de 45 años identificado como Norbert Dugard, entró en la iglesia con un rifle de caza durante una misa, recorrió el largo pasillo desde la entrada hasta el altar y disparó al padre Louis Renout de 71 años. Luego, tomó el pasaje de los jardines y cuando llegó a las escaleras principales, subió hasta los comedores. Ahí descargó dos balas, matando al padre Philip Dalmau de 68 años y al padre Ollivier Dubois de 57. Después, se dirigió al vestíbulo principal de los dormitorios y con la última bala, se suicidó.

Cuando la policía llegó, encontraron el cuerpo delante de la habitación nº 12 junto con un papel escrito a mano que decía

Aquí empezó todo y por fin hoy acaba. No hay que morir para conocer el infierno, yo lo viví detrás de esta puerta. Ahora encontraré la paz.


La policía francesa abrió el caso de “El crimen de la puerta 12” y el agente al cargo era el Detective Eugène Lion.


Los agentes entraron en la casa de Norbert en busca de pruebas. Su morada, austera y oscura, reflejaba un tipo de vida solitaria y triste. Al entrar en el comedor, encontraron la caja vacía de un arma junto a una necrológica:

Fallece el Padre Emmanuel Du Poy. Hijos de Dios y profesor del centro, siempre fue estimado por nosotros y por sus alumnos. Ayer recibió cristiana sepultura en el cementerio de la abadía de Saint Dominique.


La caja correspondía al rifle con que Dugard había matado a sus víctimas y se había suicidado. Pero lo que disparó la alarma fueron los diarios que encontraron en su habitación. Páginas y páginas con descripciones de las atrocidades a las que había sido sometido durante su infancia por un padre al que en sus diarios se refería siempre a “la sombra”.

Lion miró la última y en él encontró un párrafo revelador:

La muerte le ha salvado de mi venganza. Guardar silencio es tan pecado como mentir. Mañana, pagarán justos por pecadores.


Eugène recogió las pruebas y con ellas se dirigió al Monasterio de Saint Dominique. Estaba convencido de que el director del colegio, Arnaud Roux, podría ayudarle.

El detective enseñó la necrológica a Roux y éste asintió con la cabeza. El padre Emmanuel había muerto hacía pocas semanas de mieloma múltiple (cáncer de médula ósea). Arnaud le explicó al agente que el padre Du Poy tenía por costumbre tutelar a los niños más desvalidos de forma no oficial –Muchos de estos niños, por cuestiones familiares, casi nunca abandonaban el internado, llegando a pasar incluso las vacaciones de Navidad o de verano en el colegio—. El padre Du Poy los llamaba a menudo para comprobar sus avances en los estudios y para guiarles en su vida espiritual. Los encuentros siempre tenían lugar en el despacho privado del padre, la habitación número 12.

En ese preciso momento, Lion ató cabos. Sacó uno de los diarios de Norbert y lo puso encima la mesa, abierto por una página al azar. El director lo sujetó con extrañeza y empezó a leer. Al cabo de pocos segundos, soltaba las memorias con repudio. Su cara de repente palideció y con voz quebrada afirmó no saber absolutamente nada de lo descrito en aquellas hojas y que “de haber ocurrido algo tan atroz hubiera actuado de inmediato.


El detective salió de la sala con una lista de tres nombres de ex alumnos que también habían sido pupilos de Du Poy.

Uno de ellos había muerto hacía años por causas que la familia no quiso mencionar. Los otros dos, eran hombres casados que llevaban una vida discreta en ciudades cercanas a la abadía. Cuando oyeron la historia de Norbert sus caras se desencajaron pero cuando se les preguntó por el padre Du Poy, el pánico se apodero de ellos. Fue como si una puerta que había permanecido cerrada durante muchos años se abriera de golpe para embestirles con furia. Pero fuera lo que fuera, lo que pasó detrás de esa puerta, ninguno de los dos quiso recordarlo.

El inspector no consiguió sonsacarles nada que ayudara a esclarecer el caso, aunque tenía el presentimiento que se habían roto muchas vidas inocentes al otro lado de la puerta número 12.



La habitación del dolor

El colegio de Saint Dominique permaneció abierto unos cuantos años después de la tragedia, sin embargo, la puerta número 12 se cerró para siempre, aunque su leyenda sigue aún con vida.

Los niños se referían al antiguo despacho como a la habitación del dolor. Corrían historias acerca de lo que pasó y se decía que las paredes, escamadas por el paso del tiempo, era en realidad el alma de Du Poy quemándose en el infierno.


Nota: la foto no se corresponde con la historia.